Artículo escrito por Gerardo Trejo Veytia, Subsecretario General de Coparmex. Ingeniero Industrial IBERO. Maestro en Administración ITAM vía Etcétera.
Twitter: @gerardo_trejo_v
México está viviendo una abrupta y caótica transformación populista, llamada 4T.
La promesa populista consiste en asegurar que el gobierno, por sí solo, proveerá sustento y resolverá los principales problemas de la gente. El líder populista se vuelve intérprete y vocero de los anhelos y sentimientos del pueblo; tomando decisiones populares sin importar pasar por encima de las instituciones, libertades y leyes vigentes.
La estrategia populista consiste en asegurar una base de apoyo lo suficientemente amplia para permanecer en el poder; busca dividir y polarizar, identificando como adversarios a una minoría que supuestamente es culpable de todos los males y carencias del pueblo: neoliberales, conservadores, privilegiados, los de arriba. La estrategia de dividir y enfrentar a la sociedad es efectiva para mantener el apoyo de su base electoral, pero resultan muy perjudiciales para la economía, al minar la confianza para invertir y enrarecer el ambiente de negocios.
Los gobiernos populistas buscan construir clientelas electorales con programas sociales asistencialistas que generan dependencia permanente.
El populismo apela a las emociones y sentimientos más que a la razón; desestima la técnica y la evidencia, tomando decisiones de política pública por intuición para aumentar el apoyo popular, sin medir y evaluar resultados.
Se han cancelado con criterios eminentemente políticos, importantes inversiones públicas y privadas; intentando legitimar la decisiones mediante consultas populares patito, dañando de forma importante la certeza jurídica para invertir en nuestro país. Hoy se ha llegado al absurdo de pretender llevar a cabo una consulta popular en forma, con una pregunta totalmente ociosa, que costará cerca de 8 mil millones de pesos, en medio de una crisis sanitaria y económica sin precedentes.
Se busca por todos los medios concentrar el poder en la figura del líder protector, debilitando contrapesos y quitando independencia a organismos autónomos, reguladores, organizaciones ciudadanas y organismos intermedios. También se trabaja para restar independencia a los poderes legislativo y judicial, para que se plieguen a las consignas e instrucciones del poder central.
Todos los días se va construyendo una narrativa con una realidad alternativa, usando los “otros datos” y que en ocasiones tiene la clara intención de desviar la atención de los verdaderos problemas: crisis sanitaria, emergencia económica y alarmante aumento de la violencia en México.
Últimamente el presidente de la República repite con insistencia que es un absurdo que los conservadores digan que es mejor enseñar a pescar que dar el pescado: “Pero si no hay río ni peces, cómo no ayudar, si hasta a las mascotas se les da de comer”.
Claro que se debe ayudar momentáneamente al que lo necesita, mientras logre salir adelante con su propio trabajo, creatividad y esfuerzo; pero la principal labor del gobierno consiste precisamente en lograr que sí existan muchos ríos y suficientes peces, asegurando piso parejo e igualdad de oportunidades, generando las condiciones necesarias para que todos y cada uno podamos desarrollar en libertad nuestras potencialidades al máximo. El mejor programa de combate a la pobreza es crear un entorno favorable a la inversión y apertura de empresas privadas que generen empleos formales bien pagados.
Los regímenes populistas se sostienen mientras existe dinero suficiente para repartir entre una porción importante de la población. El problema es que normalmente esta forma de gobernar, pasando por encima de las instituciones, libertades y leyes, ocasiona que la confianza de los empresarios para invertir disminuya paulatinamente en el tiempo, con la consecuente caída de la inversión privada, generación de empleos formales y contribuciones, por lo que es inevitable que en algún momento empiezan a bajar los ingresos del gobierno y todo colapsa; surgiendo entonces la tentación autoritaria de mantenerse por la fuerza.
El gran fiasco populista consiste en hacer creer al pueblo que recibirá una ayuda permanente importante del gobierno, que nunca llega; pero sí logra que las personas piensen que un líder carismático proveerá y verá en todo momento por ellos; finalmente, esto nunca sucede, ocasionando una gran frustración y sufrimiento.
Mientras tanto, los ciudadanos debemos seguir defendiendo la democracia liberal y la economía de mercado con responsabilidad social, que es el único camino que nos conducirá al desarrollo sostenible y la prosperidad de todos los mexicanos.
Consulta la versión original en: Etcétera, El gran fiasco populista