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El T-MEC ya llegó, ahora ¿qué sigue?

Artículo escrito por Luis Durán,  Presidente de la Comisión Nacional de Educación para El Universal

Twitter: @LuisEDuran2

Mucho se ha hablado en estos días de la entrada en vigor del nuevo tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Sobre todo con la reunión del Presidente López Obrador con el Presidente Trump en Washington el día de ayer. El T-MEC es el nombre en México, CUSMA en Canadá y USMCA en Estados Unidos. Cada país le pone su propio nombre y parece que prefieren poner su país enfrente. Pero el nombre es lo de menos. Ahora que que ya entró en vigor,  ¿Qué sigue? ¿Dónde están las oportunidades? ¿Cómo podemos prepararnos mejor para aprovecharlo y salir más rápido de esta crisis?

Los que hemos seguido con interés el desarrollo de este nuevo tratado sabemos que, a diferencia del  anterior, el nuevo acuerdo va más allá en algunos rubros importantes, como lo laboral, comercio digital, lo ambiental e inclusive en materia anticorrupción. Por ejemplo, el nuevo acuerdo tiene ciertas restricciones al contenido de fabricación en automóviles provenientes de estos 3 mercados e inclusive se acordó tener un salario básico de referencia para ciertos componentes sin importar en qué mercado se produzcan. Algo novedoso también es que se dará prioridad a las materias y productos necesarios para las cadenas de producción que provengan de los 3 países, poniendo en segundo plano a los del resto del mundo . A final de cuentas, la implementación de muchas de estas obligaciones nuevas nos llevará a ser un país más moderno y, si somos astutos, más próspero.

Hablando de modernidad, estamos ante una oportunidad única de progreso en México. Tanto en mejora de nuestros procesos internos, como en el futuro desarrollo de industrias nuevas que hoy no son tan relevantes en nuestra economía. El T-MEC representa un reto de transformación profunda para nuestro país. Por un lado, los compromisos que se adquirieron en muchos de los capítulos implican directa o indirectamente la necesidad de fortalecer nuestro estado de derecho. Se debe de atender de manera frontal y decidida. Los discursos políticos deben quedar atrás para poder enfocarnos a dar certidumbre jurídica y reglas claras para la inversión que apoye el crecimiento tan necesario en estos momentos de crisis COVID-19.

Por otro lado, debido al enfoque preferencial a cadenas de producción de estos tres países, se abre una oportunidad de transformación para nuestra economía. En el pasado tratado de libre comercio, la parte más importante de desarrollo fue dedicada al sector manufacturero. Tan es así que, hoy en día, México es uno de los principales productores a nivel mundial en industrias tan importantes como la automotriz o del acero. Algo difícil de imaginarse cuando empezó el primer TLC hace más de 26 años. Todos sabemos que las economías más modernas tienen un enfoque muy importante en los servicios. India y China se han dedicado a construir este sector por muchos años. Ahora México tendrá una ventaja competitiva contra estos países en el mercado más importante del planeta: Norteamérica. Nuestra ventaja no es únicamente derivada de este tratado. Según la consultora norteamericana Nepanoa, México ofrece ventajas competitivas inherentes de nuestra posición geográfica y cultural.  Empezando por nuestros profesionistas, tanto en habilidades técnicas como de lenguaje. La realidad es que el inglés es el segundo idioma de la mayoría de los profesionales mexicanos. Y lo hablamos con mucho más fluidez que nuestros competidores asiáticos. Sobre todo los jóvenes.  También tenemos ventaja en lo cultural y la cercanía geográfica. Somos parte de Norteamérica y nuestros mercados están a un vuelo de unas cuantas horas de distancia. En las mismas franjas horarias. Estamos en inmejorables condiciones para desarrollar el sector de servicios tal cual lo hicimos en su momento con la manufactura. Ya aprendimos en esta pandemia que, con tecnología y herramientas de trabajo a distancia, podemos ser productivos sin tener que estar presentes físicamente. Ahora podemos enfocar esos aprendizajes a desarrollar ventajas competitivas  en servicios modernos, como todo lo relacionado con la oficina de respaldo (el famoso “back office”), procesos como manejos y transformación de datos, servicios de logística, transporte y comunicaciones por poner unos ejemplos. Hay funciones de van desde la alta sofisticación como programadores y cierto tipo de ingenieros y científicos, hasta trabajos más repetitivos e intensivos en mano de obra donde ya tenemos ventajas naturales.

La oportunidad de transformación real hacia la modernidad nos llegó por el tratado. Sabemos por experiencia que puede ser un momento clave en el desarrollo de nuestra economía. Es momento de crear certidumbre para la inversión y pensar en nuevos sectores a desarrollar como el de los servicios.

Consulta la liga original en: El Universal, El T-MEC ya llegó, ahora ¿qué sigue?

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