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La importancia de portarse bien

Artículo escrito por Luis E. Durán Luján, Presidente del Comité de Difusión de Coparmex vía El Universal

Twitter: @LuisEDuran2

Hace algunos años, tuve la oportunidad de estar en una charla con Don Lorenzo Servitje donde nos hablaba de la importancia de actuar en todo momento con principios y hacer bien las cosas en la vida. Recuerdo que cerró su plática diciendo: “En la vida hay que portarse bien. Porque portarse bien paga y aunque no pague, hay que portarse bien”. Palabras sabias de uno de los grandes humanistas y empresarios en la historia de nuestro país. En estos últimos días, hemos visto precisamente las consecuencias de no portarse bien en uno de los líderes más controversiales de nuestros tiempos: Vladimir Putin. Hace menos de tres semanas, las empresas rusas podían vender sus productos en todo el mundo y recibir fondos de inversionistas de cualquier país o empresa. Sus ciudadanos podían viajar libremente por cualquier país y gastar sin restricción alguna sus recursos en el extranjero.  Después de la injustificada invasión de Ucrania, el mundo se unió como pocas veces en la historia y han tomado acciones económicas al unísono para castigar al Kremlin. Parece increíble, pero el día de hoy están en un problema financiero como no habíamos visto en décadas.

Todas estas sanciones no tienen precedente.  Literalmente horas después de la invasión de Ucrania, se desató una guerra económica con una rapidez que ha sorprendido a muchos. Finalmente, las potencias del mundo decidieron enfrentar en conjunto a un dictador que lleva muchos años amenazando a sus vecinos y buscando desestabilizar sus democracias. Las sanciones financieras que se han desatado son algunas de las armas económicas más letales que se han usado en la historia. El sistema financiero se hizo cargo y cortó prácticamente todas las arterias de dinero entre Rusia y el resto del mundo. El sistema de pagos interbancarios, SWIFT, fue cancelado para los principales bancos rusos. Visa, American Express y MasterCard dejaron de procesar compras extranjeras para millones de ciudadanos rusos. Apple y Google cerraron sus pagos habilitados para teléfonos inteligentes, dejando a los viajeros sin acceso a efectivo. Las empresas internacionales dejaron de dar crédito a las empresas rusas. Marcas icónicas mundiales como Coca Cola, Pepsi, McDonald’s y Starbucks han suspendido su actividad en Rusia.  Este estrangulamiento de la onceava economía más grande del mundo abre un nuevo capítulo en la historia de los conflictos económicos. En un mundo que depende de manera absoluta del sistema financiero, unos pocos movimientos bien orquestados están aplastando una economía importante. Putin había apostado por muchos años a que la interdependencia económica mundial y su valor para muchas empresas lo protegerían de acciones como las que estamos viendo. De hecho, la única línea de vida que todavía le quedaba a la economía de Rusia con los mercados occidentales eran sus suministros de energía. Ahora que la Casa Blanca ha anunciado que dejará de comprar petróleo ruso,  esto va a cancelar su mayor fuente de ingresos, más de 2 240 mil millones de dólares el año pasado. Se repite para Rusia uno de los episodios más dolorosos de su historia post-soviética: la crisis financiera de 1998, cuando su economía se colapsó de la noche a la mañana. Todo el avance de las últimas décadas, donde Rusia se empeñó en ganarse la buena voluntad de los mercados financieros de Nueva York, Londres y Tokio, se está destruyendo a una velocidad insospechada y no se volverá a armar fácilmente.

Claramente estamos ante una situación sin paralelo en las últimas décadas. Muchas de estas sanciones van a resultar en consecuencias también dolorosas para el mundo, como el aumento de la gasolina. Por primera vez, estamos viendo que empresas globales, cuyo enfoque muchas veces es principalmente lo financiero y las utilidades, están tomando decisiones que van más allá de las económico y están actuando con base a valores que los consumidores del mundo exigen. Quizá este sea el comienzo de una nueva era en el desarrollo de las economías del mundo, donde los valores sean igualmente importantes que los intereses económicos. Porque portarse bien paga. Que razón tenía Don Lorenzo.

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