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Orfandad social y la revocación de mandato

Artículo escrito por Reginaldo Martín Esquer Félix, Vicepresidente Nacional de Estado de Derecho, Seguridad y Justicia de Coparmex vía Milenio

Twitter: @Reginaldo_EF 

México dividido en dos partes. Una mitad ve claramente a su líder, quien vela por ellos y en quien tienen depositada toda su confianza y esperanza, la tuvieron hace tres años y no decae, sigue firme, inmutable e inobjetable; en el desempeño de su líder no hay errores, simulaciones o mala fe, desde su óptica cualquier crítica de los “otros” siempre se trata de exageraciones o falsedades. La otra mitad de México no le cree o no le importa lo que el líder de la otra mitad dice o hace. Lamentablemente esta mitad de México no tiene padre ni tiene madre que guíe a su familia, es una sociedad huérfana. No se ve representada por nadie en su conjunto; la fragmentación de esta mitad establece pequeñas aldeas con liderazgos parciales, algunos de ellos cuestionables o sospechosos. Solo en una cosa están de acuerdo: el líder de la otra mitad no solo no ha cumplido las ofertas ofrecidas en campaña, sino que además varios temas como el de la seguridad pública, crecimiento económico, salud o calidad educativa se han claramente deteriorado. Ahora que viene la revocación de mandato una mitad lo ve como una oportunidad de refrendar al líder de su movimiento, es una herramienta para validar la fortaleza social de su parte y que, a la otra mitad fragmentada ante lo inalterable del destino manifiesto, no le quede más que postrarse y aceptarlo. La otra mitad huérfana de liderazgo, respecto de la revocación de mandato también está dividida. Unos piensan que es una herramienta democrática contenida en nuestras leyes que debemos ejercerla, se gane o se pierda, así son las democracias, chance que, en la oportunidad, además, se pueda ganar y revocar el mandato. Otra parte de la mitad fraccionada considera que este ejercicio revocatorio es una trampa, que realmente nadie de la oposición lo pidió; es más, ni siquiera se juntaron las firmas necesarias y costará un dineral habiendo tantas necesidades nacionales;además la otra mitad con liderazgo solo quiere debilitar al Instituto Nacional Electoral lo que forma parte de un objetivo estratégico de debilitamiento de los organismos autónomos para consolidar el liderazgo en la visión de una sola parte (de la mitad). Es claro que existe una sociedad huérfana, apática, destruida y claramente dividida, reyes de la comentocracia sin acción, así como de los partidos políticos de oposición que,siendo el único camino democrática mente viable para proponer su visión, están desaparecidos y desorientados, cubriendo sus intereses y sus cuotas. Los ciudadanos sin partido, ajenos a las guerras del poder político, son las personas que hacen mucho por su patria, cuidando su empleo o como los emprendedores que se juegan su patrimonio por un mejor futuro. La realidad es que esta mitad de ciudadanos se sienten desamparados y abandonados, no se sienten cuidados ni representados por nadie, no tiene un cobijo común, no tiene un techo, ni tampoco el calor de una casa; existe la mitad de una sociedad mexicana buscando un hospicio, donde puedan ser atendidos y comprendidos. Urge un liderazgo que agrupe y recoja las críticas, las encause, que las oriente con un sentido estratégico, ese liderazgo nos urge porque el poder absoluto nunca ha llevado a cosas buenas, solo los equilibrios limitan la insensatez y los excesos. Si queremos una sociedad moderna y democrática, respetuosa del estado de derecho y un desarrollo económico inclusivo, en el que todos estemos considerados, sin dejar a nadie fuera, necesitamos una sociedad informada e involucrada. Porque solo en el contraste de ideas se genera el acuerdo y una evolución para mejorar; sino es así estamos en presencia de la imposición de una óptica unilateral. Estamos todos llamados a generar confianza, si hay un interés legitimo y buena fe, el sentido común al final siempre se impondrá.

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