Artículo escrito por Gustavo de Hoyos Walther, Presidente Nacional de Coparmex
Twitter: @gdehoyoswalther
Annus horribilis es una expresión latina que retrata con justicia lo que hemos experimentado en el 2020. Comenzamos el año con una economía en franco decrecimiento. A esto se le sumó la pandemia del covid-19 que ha dejado, hasta ahora, 50 mil 517 muertos y decenas de millones de personas en el desempleo y la pobreza.
La pandemia del covid es un fenómeno mundial. Pero no todos los países han enfrentado esta crisis de la misma manera. El gobierno de México tomó la controvertida decisión de apoyar a una sola empresa (Pemex) y dejar en el desamparo absoluto a las cientos de miles de pequeñas y medianas empresas del país. Como consecuencia de lo anterior, nuestra economía registró en el segundo trimestre de 2020 una contracción de -18.9% del PIB. Esto es: 2.2 veces más que el peor trimestre de la crisis de 1995 y 2.4 veces que la crisis financiera global de 2008-09. Esta caída sitúa a México nueve años atrás en nuestros niveles de actividad económica, con el mismo PIB que teníamos en 2011. Se trata sin duda alguna de la mayor crisis económica de México de la historia contemporánea.
Quisiéramos ser optimistas respecto al modo en que enfrentamos esta crisis que afecta al planeta entero. A pesar de que el gobierno federal ha repetido muchas veces que desde enero comenzó México a tomar las debidas providencias, es muy claro que la pandemia nos tomó desprevenidos: sin material sanitario suficiente, sin estrategia de contención y rastreo, con mensajes confusos y contradictorios entre la Federación y los estados, sin la promoción del uso de cubrebocas. La consecuencia de este desorden es que tenemos hasta ahora 50 mil 517 muertos por covid de acuerdo con la información oficial, aunque existen evidencias de un enorme subregistro que podría multiplicar esa terrible cifra.
Desafortunadamente, México ocupa hoy el tercer lugar mundial de muertes por covid. En el aspecto económico, el FMI ha pronosticado para nuestro país una caída del -10.5% en el 2020, lo que nos colocaría en el último lugar en América Latina. La situación se complica debido a que no se ha podido detener la creciente violencia criminal que nos azota desde hace años. Se contabilizan 53 mil personas fallecidas a causa de la violencia desde que comenzó el actual sexenio.
A este conjunto de acontecimientos —alta mortalidad por covid, decenas de millones de personas sin empleo, decenas de miles de empresas quebradas, la economía con una caída de dos dígitos, la criminalidad desatada— se le suma un enrarecido clima de polarización política. Una de las marcas distintivas del estilo personal de gobernar del presidente López Obrador es el de polarizar a la sociedad. Con epítetos y adjetivos busca descalificar a todos aquellos que no piensan como él. Si tomamos en cuenta que en 2021 se llevarán a cabo las mayores elecciones de nuestra historia (por el número de puestos que serán votados), todo presagia que éstas se realicen en medio de lo que podríamos llamar “una tormenta perfecta”.
No debemos esperar pasivamente a que las elecciones se celebren en las actuales condiciones. Es preciso que actuemos ya. En otras ocasiones de crisis los mexicanos hemos podido unirnos para salir adelante. Baste recordar, en el terreno económico, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Económico que impulsó en 1985 el presidente Miguel de la Madrid o el Pacto de Chapultepec, en el terreno político, que promovió el presidente Vicente Fox, o los diversos acuerdos que, en materia de seguridad, ha sellado el gobierno federal y la sociedad civil organizada. Unidos lo podemos hacer mejor.
Desde el comienzo de la crisis, diversas agrupaciones de la sociedad civil y la iniciativa privada han acercado al gobierno diversas propuestas para tratar de disminuir el impacto de la pandemia. El CCE propuso 68 medidas concretas para reactivar la economía. Coparmex lanzó un conjunto de programas para proteger el empleo y para apoyar a las empresas que recontraten personal. Los partidos en el Congreso han discutido sobre el Ingreso Básico Universal. Todo ha sido inútil hasta ahora. El gobierno se ha negado a brindar cualquier tipo de apoyo, se ha negado, inclusive, cuando su apoyo no implicaba transferencia de recursos, sino su mero aval financiero.
Ha llegado el momento de unir, no de polarizar, de conjuntar esfuerzos, de trabajar juntos, gobierno e iniciativa privada. El elemento esencial del fracaso es la desunión. No la fomentemos. Es preciso deponer diferencias y llegar pronto a un Acuerdo Nacional por la Recuperación Económica Juntos podremos enfrentar la “tormenta perfecta” que se dibuja en el horizonte.
Unidos podremos reanimar la economía nacional frenada por la pandemia.
El Acuerdo Nacional por la Recuperación Económica debe encabezarlo el presidente Andrés Manuel López Obrador, como jefe del Estado mexicano. Debe estar a la cabeza de un gran conjunto de instituciones del Estado y de la iniciativa privada para hacer frente a la crisis y de este modo acortar el sufrimiento de millones de familias mexicanas.
La situación actual es de tal manera crítica que no podemos perder el tiempo. El Presidente debe estar al frente de este acuerdo nacional, pero si por motivos políticos y cálculos electorales decide no acompañarnos en este esfuerzo, debemos continuar sin él y sin el apoyo del gobierno. Debemos tenerlo muy claro: los intereses de México son mucho mayores que los intereses del Presidente en turno.
Consulta la liga original en: Excélsior, Perdimos nueve años de crecimiento
