Artículo de Opinión escrito por José Medina Mora / Presidente Nacional de COPARMEX| Vía: EL sol de México
El Paquete Económico es el instrumento de política pública clave para delinear el rumbo del país, pues contempla la proyección de ingresos, el presupuesto de egresos, los balances fiscales y la política económica para el siguiente año.
Ahora que el gobierno federal, encabezado por Claudia Sheinbaum, ha presentado el primer Paquete Económico de su sexenio a través de la Secretaría de Hacienda para ejercer en 2025, es importante realizar algunas observaciones a su planteamiento.
En general, en COPARMEX percibimos un planteamiento poco realista en diversos sentidos, además de un presupuesto con escaso margen de acción, que no se enfoca en temas que consideramos prioritarios como empresarios y como ciudadanos.
Lo poco realista se refleja, primero, en las perspectivas de crecimiento del PIB, que plantean un incremento de entre el 2% y el 3%. Estas cifras no coinciden con la tendencia de crecimiento ni con el contexto económico nacional. Tampoco se alinean con las proyecciones establecidas por calificadoras y organismos internacionales, que dan seguimiento constante a nuestra economía y cuya estimación oscila entre el 1.2% y el 1.4%.
Otros aspectos poco realistas tienen que ver con el incremento proyectado de los ingresos en un 5.4% respecto a 2024, así como con la reducción del déficit fiscal al 3.9% del PIB. Esto se debe a que no se puede garantizar dicho aumento en los ingresos, especialmente si no se fortalecen medidas de recaudación. En este escenario, reconocemos el compromiso por reducir el déficit fiscal, pero consideramos que esta meta debe estar plenamente sustentada. Sería más factible plantear una reducción progresiva en varios años, en lugar de que, en pleno ejercicio fiscal, se deban realizar ajustes abruptos.
En cuanto al presupuesto, se identifica un margen de acción muy limitado, ya que se contempla un gasto total de 9.2 billones de pesos, pero el 80% ya está comprometido en pensiones, programas sociales y pago de deuda. Esto deja solo el 1.7% del PIB para políticas públicas flexibles, además de una inversión pública menor a la esperada (2.8% del PIB, lejos del ideal de 5%).
Además, observamos reducciones en los recursos asignados a temas que deberían ser prioritarios, como el acceso a servicios de salud, la disminución del rezago educativo, la implementación de estrategias contundentes en materia de seguridad y la gestión del agua. También se evidencia una tendencia a la centralización de recursos en áreas como la salud, en lugar de fortalecer las capacidades locales.
En momentos de incertidumbre, pero también de grandes desafíos y oportunidades para México, es indispensable que el Paquete Económico 2025 sea revisado y ajustado para incluir proyecciones basadas en evidencia y datos reales sobre el panorama nacional. El limitado margen presupuestal debe enfocarse en priorizar la reducción de la inseguridad, las desigualdades sociales y la garantía de derechos como la salud y la educación.
Asimismo, en el sector empresarial consideramos que estos instrumentos tienen el potencial de impulsar la estabilidad económica e institucional, además de enviar señales de certeza a la inversión y al fortalecimiento de la competitividad. Esto solo será posible mediante el diálogo entre sectores y compromisos conjuntos.
Necesitamos un Paquete Económico realista y estratégico.