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Ficción Mexicana

Artículo escrito por Gerardo Trejo Veytia, Secretario General de Coparmex vía @El_Universal_Mx

Twitter: @gerardo_trejo_v

Con frecuencia, los gobernantes y legisladores de nuestro país diseñan políticas públicas o aprueban nuevas legislaciones como si  estuvieran en un universo paralelo, viviendo en un mundo imaginario donde existe una realidad alternativa: la ficción mexicana.

Veamos un ejemplo: cada vez es más complicado ser un empresario formal en México debido a la gran cantidad de contribuciones, leyes, normas, reglamentos, trámites, inspecciones, multas, clausuras y prohibiciones, sumado a un marco laboral costoso, complicado y poco flexible.

Sin embargo, los políticos sólo piensan en seguir complicando y aumentando los costos de la formalidad. Mientras tanto, la realidad es que el 55% de las personas ocupadas en México están en la informalidad, sin vacaciones, sin aguinaldo, sin prestaciones ni seguridad social. La productividad en la formalidad es tres veces mayor que en la informalidad, por eso no sorprende que el ingreso laboral promedio de las personas ocupadas en el sector formal duplique el ingreso de las personas ocupadas en el sector informal. Los estados con mayor informalidad laboral son Chiapas, Guerrero y Oaxaca.

¿Habrá alguna correlación entre la informalidad y los altos niveles de pobreza? ¿Es razonable que la necia burocracia siga complicando y aumentando los costos de la generación de empleo  formal? ¿Por qué no existe una estrategia gubernamental integral para simplificar y facilitar el tránsito hacia la formalidad?

En la narrativa gubernamental sólo existen los formales, los cautivos, y se toman ejemplos de otros países de primer mundo para promover “leyes de avanzada”, nuevos derechos y prestaciones. Pero, ¿en esos países tienen el 55% de la población ocupada en la informalidad? La respuesta es que no.

Los niveles de informalidad son alarmantes. Lo primero que tenemos que hacer en México es facilitar la formalidad. Para ello, urge una simplificación integral del marco regulatorio para la apertura y operación de empresas formales, incluyendo un marco laboral flexible. Es indispensable facilitar el tránsito a la formalidad. Con esos niveles de informalidad, es imposible tener un crecimiento económico sostenido e inclusivo, indispensable para disminuir los niveles de pobreza en nuestro país.

Otro ejemplo: resulta cada vez más absurda e inoperante la estrategia de seguridad del gobierno federal denominada “abrazos, no balazos”, mientras hay regiones y ciudades enteras aterrorizadas por la delincuencia organizada, en donde los pequeños comerciantes y empresarios no pueden operar sin pagar un derecho de piso. La extorsión en México se está esparciendo como la humedad, sin que el gobierno reconozca la magnitud del problema ni presente un cambio en la estrategia para contenerla.

El presidente de la República afirma con insistencia que el país se encuentra en paz y que los niveles de seguridad son aceptables, mientras los transportistas son asaltados, vejados y violentados en ciudades y carreteras a lo largo y ancho del territorio nacional. ¿En qué mundo vive AMLO o será que en Palacio Nacional se vive en otra realidad ficticia? La realidad es que “abrazos, no balazos” mandó un mensaje de que habría impunidad para los delincuentes. Urge enmendar el error. Nadie quiere guerras, pero tampoco queremos claudicaciones. Lo que pedimos es justicia y aplicación de la ley. El mensaje debe ser: el que la hace, la paga. Sin seguridad no hay bienestar ni prosperidad posible.

Otro ejemplo más: “Por el bien de todos, primero los pobres” es uno de los postulados del gobierno actual, y para ello presumen que el 70% de las familias de nuestro país reciben alguna ayuda gubernamental. Sin embargo, no hay medicinas ni acceso a servicios de salud mínimamente eficientes, tampoco hay buen transporte público ni buena calidad educativa.

En primer lugar, el dinero de los programas sociales no es del gobierno, sino de todos los contribuyentes. En segundo lugar, con la composición demográfica actual, difícilmente serán sostenibles en esa proporción en el tiempo. La realidad es que los programas sociales tienen un efecto muy limitado en el combate a la pobreza. Deben estar focalizados y orientados a eliminar carencias y dotar de las competencias necesarias para que las personas puedan salir adelante con su propia creatividad, trabajo y esfuerzo.

El mejor programa social es facilitar y promover la generación de más y mejores empleos formales. ¿Resulta lógica la eliminación que realizó la actual administración del Instituto del Emprendedor, INADEM, que ayudaba a que los jóvenes pudieran iniciar una empresa? ¿Sirve la desaparición del programa de estancias infantiles, que facilitaba la incorporación de las mujeres al mercado laboral?

Basta ya de ficciones. La primera obligación del gobierno es brindar seguridad en todo el territorio nacional, garantizando el libre tránsito y la libre empresa. Urge facilitar la incorporación a la formalidad de la mayoría de los mexicanos que tienen hoy un empleo precario en la informalidad. Hay que posibilitar la formalidad y simplificarle la vida a los emprendedores.

México necesita seguridad, un sistema de salud eficiente y mejor educación. Hay que multiplicar las empresas privadas. México requiere jóvenes emprendedores e innovadores que generen más y mejores empleos formales. Necesitamos un verdadero Modelo de Desarrollo Inclusivo. #OpiniónCoparmex

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